¿Por qué no sabemos correr?

«Correr es como respirar. Que lo hagas, no significa que lo hagas bien.»

 

Me encanta ese comentario de Chandler Stevens en su artículo The Runner’s Guide To Loving Gravity.

Y es cierto, la mayoría de nosotros no sabe correr. O podríamos decir que hemos olvidado cómo correr y hemos ido reduciendo nuestra capacidad para hacerlo.

No es que seamos el único animal tonto dentro del reino animal que no sabe moverse como se supone que se mueve su especie, no.

 

Lo que pasa es la suma de dos circunstancias:

  • Adaptación a la vida sedentaria.
  • Aprendizaje.

 

Adaptación a la vida sedentaria

Hemos pasado muchos años de nuestra vida en posiciones «cómodas», pero limitadas. Eso nos ha hecho adaptarnos a dichas limitaciones.

No mover la cadera, rodilla o tobillo más allá de lo que nos requiere sentarnos en una silla o sofá, es el ejemplo más típico.

 

Nos volvemos eficientes en esos ángulos de las articulaciones que sí usamos todos los días y cada vez nos cuesta más movernos en esos ángulos articulares que casi no usamos.

A eso le podemos sumar el uso de calzado durante años (todos los días) todos con todos los problemas que causa.
Aquí les dejo un artículo sobre el tema:

Cuida tus pies si quieres cuidar tu cuerpo

Y otro que habla un poco más de esas limitaciones que crea y cómo combatirlas:

Fortalece los pies y sus dedos

 

El resultado todos estos años de posturas limitadas y excesivamente repetidas, junto con el calzado y lo poco que solemos movernos es una limitación articular importante.

Tenemos caderas débiles y demasiado rígidas, pies débiles y que no son capaces de amortiguar bien nuestro peso o distribuirlo de forma eficiente y tobillos muy rígidos.
Entre otras muchas cosas.

Todo eso hace que, aunque supiéramos y quisiéramos, no podamos correr bien.

Es absolutamente imposible correr con buena técnica con un tobillo rígido, una cadera que no se extiende del todo, un glúteo débil, poca estabilidad en el tronco, etc.

 

Aprendizaje

Cada vez que nos movemos, nuestro cerebro está buscando la mejor manera de hacerlo.
Se marca un objetivo y busca la mejor manera de conseguirlo en ese preciso momento.

Eso quiere decir que usará los recursos mínimos necesarios para hacerlo.
Si hablamos de movimiento, se buscará la forma en la que se gaste menos energía y que se tenga que luchar menos contra las diferentes tensiones que nos afectan (la gravedad, las tensiones entre músculos, entre fascias, etc).

Y si hay limitaciones, se buscará la forma de esquivarlas para poder realizar el movimiento.
Aquí es donde aparecen las compensaciones.

Río entre la roca

Como un río, nuestro cuerpo buscará la forma de conseguir su objetivo, sorteando los obstáculos y limitaciones que surjan.

Si un músculo está muy débil e inhibido, pues usamos otro que pueda hacer su trabajo, aunque éste no sea su trabajo principal.

Si no podemos extender la cadera, extendemos las vértebras lumbares para hacer un movimiento muy parecido.
Si no podemos acercar la pantorrilla (o tibia) al empeine del pie, pues rotamos un poco la punta del pie hacia afuera y acercamos la pantorrilla al suelo.
No es lo mismo, pero lo parece

Todas éstas son compensaciones para poder hacer lo que le pedimos al cuerpo y que tienen sus consecuencias.

A corto plazo, eficacia (no somos tan fuertes ni nos movemos tan bien) y a largo plazo, lesiones, contracturas y dolores crónicos.

NOTA:  Ojo, compensar no es algo malo. De hecho, que seamos capaces de compensar nos permite adaptarnos mejor a nuestro entorno y circunstancias. Nos ayuda a sobrevivir (bueno, quizás esto era más cierto hace siglos).
El problema es que lo que es una solución temporal se convierta en la norma. En la forma «oficial» de hacer las cosas.

 

¿Qué tiene que ver todo esto con el aprendizaje?

Pues que nuestro cerebro se encargará de buscar la mejor manera de movernos y guardar esa forma de hacerlo para el futuro. Por si le hace falta.
Cada vez que hagamos un movimiento parecido, tratará de ver si lo ha hecho antes, guardar (recordar) la forma que determinó que era mejor ahora mismo y compararlas, para mejorar y aprender.

Esto se hace continuamente. Nuestro cerebro está continuamente intentando optimizar la manera de moverse y recordarlo para el futuro. Eso es aprendizaje.

Aquí les dejo un artículo en el que explico cómo funciona este proceso y cómo mientras más hagamos algo, más fijo se queda en la memoria y en nuestra forma de movernos:

Estudiar la noche antes no sirve para aprender

 

Por eso, si tenemos las limitaciones que comentaba más arriba y caminamos o corremos, nos moveremos compensando nuestras limitaciones e iremos aprendiendo esa forma «compensada» de movernos, con cada paso o zancada.

Y «des-aprender» cuesta mucho más que aprender… Pero ya hablaremos de eso otro día.

Lo importante es evitar aprender a movernos de forma «compensada» y eliminar las limitaciones articulares, para poder correr de la forma más natural posible.

 

Una vez hagamos eso, re-aprender a correr, no es demasiado difícil 😉

 

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