Ya lo comentaba hace tiempo en este artículo, Interrupciones en la vida, no se puede ir por la vida pensando que todo irá según nuestros planes.
La vida es impredecible y siempre pasarán cosas inesperadas.
La mejor estrategia no es intentar evitar que pasen, sino asumir que van a pasar y prepararte para cuando pasen.
Entre otras cosas, evitaremos la frustración de que se nos rompan los planes.
Al cerebro no le gusta equivocarse
A nuestro cerebro le encanta hacer predicciones y planes (aunque no sea necesariamente bueno en ello), pero no lo gusta nada equivocarse.
Por eso mientras más seguros estemos de que algo va a pasar o más deseemos que pase, si luego no ocurre lo que el cerebro espera que pase, peor nos sentimos y más nos frustramos.
El mecanismo de recompensa de nuestro cerebro (el mismo que nos ayuda a aprender o realizar tareas que nos acerquen a algún objetivo) nos va elevando los niveles de dopamina (un neurotransmisor responsable de hacernos sentir bien) en anticipación a que se cumpla el plan o que obtengamos los resultados esperados.
Si ocurre lo que nuestro cerebro predijo o esperaba, subirá aún más los niveles de dopamina (y nos sentiremos muy bien), pero si no es así, los bajará mucho. Esa bajada repentina es lo que hace que sintamos esa sensación de malestar y frustración.
Plan cumple las expectativas = ⬆️ Dopamina = ⬆️ Sensación de bienestar = ⬆️ Motivación
Plan NO cumple las expectativas = ⬇️ Dopamina = ⬆️ Sensación de malestar = ⬇️ Motivación
Entre otras cosas es una de las maneras que tiene nuestro cerebro para aprender de sus errores (de predicción o de planificación). Esa sensación de malestar, fijará más el recuerdo de lo que ha pasado y se tendrá en cuenta cuando se vuelva a dar una situación similar.

Principales vías del sistema nervioso central, la vía dopaminérgica y la vía serotoninérgica.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Vía_mesolímbica
Si tenemos en cuenta la posibilidad de ciertos fallos o accidentes en nuestro plan, cuando estos ocurran (que ocurrirán…), no estaremos realmente fallando el plan.
¡Era parte del plan!
Así que nuestro cerebro no se ensañará mucho con nosotros 😉
Un ejemplo sería planificar un entrenamiento
Si lo planificamos al detalle y no tenemos en cuenta que habrá días con más trabajo, viajes, días en los que enfermes, o compromisos familiares inesperados, una lesión, etc, cuando pase alguna de esas cosas nos sentiremos frustrados por no poder cumplir el plan. Y nos vendrán pensamientos derrotistas del tipo:
«Ya volví a fallar.»
«Ahora que había cogido la rutina me pasa esto y tendré que empezar de nuevo.»
«No soy capaz de seguir la planificación, soy lo peor 🙁 »
«Siempre me pasa todo a mí 🙁 »
En cambio, si planificas pensando en que algún día no podrás entrenar por un compromiso, demasiado trabajo, no haber dormido suficiente, un viaje o cualquier razón. Cuando pase no habrás perdido ese día, porque ya lo tenías presente.
En cambio, si ese día de la semana que tenías en reserva por si algo pasaba, no pasa nada, es un día que ganas 🙂
Para entrenar, para recuperarte mejor o para lo que quieras.
Lo mismo pasa con la comida o cualquier plan para conseguir un objetivo.
Por eso, la mejor estrategia para no frustrante y abandonar un plan es ser realista y asumir que saldrán imprevistos, que no estarás todos los días al 100% y habrá días que no podrá hacer lo que tenías planificado.
Pero, sobre todo, tener claro que es normal y que no pasa nada.