Jugar a las peleas

El juego como herramienta de aprendizaje

 

El juego es la herramienta principal con la que aprendemos los mamíferos.

 

Nuestro cerebro no se comporta igual cuando hacemos una tarea jugando, que por otra razón (por ejemplo, por obligación, deber, rutina…).

Si les digo que caminen todos los días 8 kilómetros. Unos lo harán, otros no, otros abandonarán al tercer día, pero si no es algo que suelan hacer, no lo disfrutarán mucho.

En cambio, si creamos un «reto» con un «ranking» de participantes, o si les pongo todos los días un juego de pistas que les lleve a caminar esa distancia (sin ustedes saberlo), o cualquier otro juego, probablemente participaría más gente, durarían mucho más haciéndolo, harían más distancia sin darse cuenta y lo disfrutarían más.

Esto tiene mucho que ver con distintos procesos que se producen en el cerebro, que nos llevan a disfrutar más de la experiencia y a aprender de ella. Los niveles de dopamina (y de otros «neurotransmisores felices») suben y eso tiene varios efectos:

  • Nos hace sentir bien (nos divertimos).
  • Activa la parte del cerebro encargada de crear nuevos recuerdos y establecer conexiones (aprendemos).
  • Reduce el nivel de percepción del dolor.
  • Nos motiva a seguir realizando esa tarea que nos hizo sentir bien.

Además, el juego es flexible. Las reglas se pueden adaptar sobre la marcha.

Se adaptan al entorno, los jugadores y las circunstancias.

Esto lo hace inclusivo (se puede adaptar para que todos jueguen), mantiene el nivel de novedad (que es lo que mantiene el interés de nuestro cerebro) y permite que nunca acabe la diversión.

 

Jugar a las peleas

«Jugar a las peleas» es probablemente el juego más común (y útil para vivir en sociedad) entre todas las especies.

Cachorros jugando a las peleas

Cachorros jugando a las peleas.

Les pido que tengan la mente abierta mientras leen esto, porque vivimos en una sociedad que ha demonizado este tipo de juegos y puede chocarnos mucho.

El juego no es más que una simulación de una situación hipotética, en un entorno seguro y en el que el objetivo principal no es ganar, sino divertirte.

 

Todo esto lo hace una herramienta buenísima para aprender a relacionarnos de manera eficiente con diferentes personas. Individualmente o en grupo.

 

La primera vez, lo hacemos mal

En general, la primera vez que nos enfrentamos a una situación desconocida, no sabemos cómo salir del paso.

Probamos y, generalmente, fallamos. Pero aprendemos algo para la siguiente vez.
Y así, hasta que nos hemos enfrentado tantas veces a la situación, que ya sabemos cómo reaccionar y actuar.

Por eso son tan importantes las simulaciones.

Piensen en pilotos, bomberos, socorristas, equipos de intervención…

Simulacro de reanimación

Prácticas de socorrismo y reanimación.

Muchos profesionales tienen que hacer simulaciones de situaciones que pueden encontrarse, porque no se pueden permitir el lujo de que les sorprenda y no sepan reaccionar.

Pues bien, el juego es donde hacemos nuestras primeras simulaciones de interacciones sociales.
Y jugar a las peleas (roughhousing) es probablemente el juego que mejor sirve para aprender a interactuar con otros.

Pero, nos interesa simular, en un entorno seguro, aquellas situaciones para las queremos estar preparados.

Y un enfrentamiento (ya sea verbal o físico) es algo que va a ocurrir en nuestra vida y que si no nos hemos preparado antes (simulado), lo gestionaremos mal.

La primera vez, reaccionaremos mal y aprenderemos a partir de lo que pase.

 

Eso nos pasa a muchos de nosotros.

Si no hemos simulado esas situaciones, cuando ocurren, reaccionamos mal y, generalmente, de forma desproporcionada.

 

Comunicación a través del movimiento

Nos comunicamos constantemente con otras personas mediante el movimiento.
La postura, los gestos, las expresiones de la cara, el movimiento de los ojos, el contacto físico, etc.

Y tanto el contacto físico, como el movimiento, pueden ser herramientas geniales para aprender a comunicarnos.

Un ejemplo claro es el baile en pareja o grupo.

Se puede transmitir mucho, sin decir una sola palabra.

 

En el primero de los vídeos que les comparto (es una lista de 3 vídeos), Rafe Kelley explica cómo, mediante simples juegos, podemos ir aprendiendo a «leer» a la otra persona y a responder a sus movimientos de forma que continúe el juego (y la diversión).

Como veíamos antes, en el juego, no es tan importante ganar como divertirse. Así que aprendes a «dialogar» con movimiento, para que dure más la diversión.

Gradualmente, puedes ir pasando a situaciones más competitivas y «agresivas», pero siempre dentro del contexto del juego.

Aunque la situación sea «agresiva», la intención no lo es. Se busca la diversión.

 

Y así, simulamos de forma placentera, situaciones que no lo son tanto. Preparándonos para enfrentarnos a ellas de forma adecuada.

Además, hemos aprendido a escuchar (leer las intenciones y movimientos de la otra persona) y conversar.

Esto podemos extrapolarlo a conversaciones y discusiones en la vida real (fuera del juego). Porque estamos aprendiendo patrones de comportamiento.

 

Las niñas también deben jugar a las peleas

Durante mucho tiempo, se ha visto mal que las niñas jueguen a las peleas, pero también está en su naturaleza y también es una herramienta útil para ellas.

Suelen mostrar poco interés por estos juegos, pero no nos engañemos, es porque les hemos enseñado a ser «princesitas» delicadas y que la «violencia» es cosa de niños y hombres.

Pero ellas también necesitan jugar, aprender a comunicarse de varias formas y aprender a gestionar las situaciones agresivas.

Niña y niño jugando a las peleas.

Niña y niño jugando a las peleas.

Contrariamente a lo que se pueda pensar, la persona que juega a este tipo de juegos, no se vuelve más violenta, sino que es más capaz de gestionar situaciones potencialmente violentas. Normalmente, sin violencia.

Que una niña juegue a las peleas no la va a convertir en una «matona» 😉

 

Mejorar nuestro cerebro y capacidad de movernos

Cuando jugamos, nuestro cerebro se enciende como un árbol de navidad. Se activan muchas áreas del cerebro a la vez.
Y nuestro cerebro se vuelve muuuuuuy receptivo para aprender.

Eso tiene que ver con el circuito de recompensa de nuestro cerebro y una serie de moléculas que empieza a producir nuestro cerebro (dopamina, factores de crecimiento, etc).

Pero es que el movimiento también activa nuestro cerebro. Aquí lo explico en más detalle:

Mejora tu cerebro moviéndote más

Si a eso le juntamos que la interacción social es, junto con el movimiento, uno de los principales estímulos que fomenta la creación de nuevas neuronas y conexiones neuronales, tenemos que un juego en el que haya movimiento e interacción con otra persona será la receta perfecta para mejorar nuestro cerebro y aprender más.

Además, estar continuamente intentando averiguar cómo se va a mover la otra persona, mientras buscamos cómo movernos para que no nos tire, golpee, empuje, etc, mejorará nuestra capacidad de adaptarnos a un entorno cambiante.

Nos obligará a realizar movimientos y adoptar posiciones que no nos son familiares.

 

Al estar en el contexto del juego, nuestro cerebro será mucho más propenso a dejarnos llegar a sitios donde normalmente no llegamos.

La mayoría de nuestras limitaciones en el movimiento y nuestra rigidez vienen de tensión acumulada, incapacidad para «soltar» y no salirnos de nuestros patrones de movimiento conocidos y automatizados.

 

Este tipo de juegos, nos permite «soltar» la tensión, movernos libremente y experimentar con nuestros límites.

 

Es muy divertido

Da igual que seamos niños o adultos, estos juegos terminan sacando carcajadas a todo el mundo.

Incluso a las personas reacias o a aquellas a las que les da miedo o produce rechazo. Con la progresión adecuada, todo el mundo termina pasando un buen rato.

Desde hace algún tiempo he empezado a meter juegos de estos en los entrenamientos de un cliente.

Él tiene treinta y largos, nunca se ha peleado, nunca ha jugado a las peleas, nunca practicó ningún arte marcial y nunca le atrajo nada de eso.

El otro día me dijo que esa parte del entrenamiento era, con diferencia, lo más divertido que habíamos hecho en los últimos 2 años 🙂

Terminamos muertos de risa cada vez que lo hacemos. Y las caras de la gente que nos ve en el parque pasan de mirar con extrañeza a «yo también quiero hacer eso» jejeje

Y su evolución ha sido brutal.
Siempre ha sido una persona que prefiere seguir instrucciones a «tener» que inventarse movimientos o moverse más libremente.
Eso ha cambiado mucho. Ahora tiene mucha más capacidad de juego 🙂

Además, su capacidad de reacción, de leer al que tiene enfrente, de no pasarse (de fuerza o velocidad) y ser más preciso, de enfrentarse con calma y control a confrontaciones o movimientos inesperados, ha aumentado muchísimo.

Y eso no sólo son habilidades interesantes, sino que él ve cómo integrarlas en los deportes que le gusta y más practica (el pádel y el baloncesto).

Eso, por no hablar de la intensidad del entrenamiento y la cantidad de partes del cuerpo que trabaja. Y, lo mejor de todo, haces trabajo de máxima intensidad sin sufrir y muerto de risa 😛

Así que lo pasa como un niño chico y mejora habilidades básicas para sus deportes. ¿qué más puede pedir?

 

Aquí les dejo algunos estudios relacionados con todo esto:
The Art of Roughhousing

Los vídeos muestran diferentes juegos para ir introduciéndose en estos temas.

Les recomiendo que lo prueben con alguna persona de confianza y siempre desde la perspectiva del juego y la diversión.

Así que, ¡dejen que sus hijos e hijas jueguen a las peleas!

Es más, sean partícipes y ayúdenles a aprender en un entorno seguro.

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