Entendiendo el dolor

Lo normal es que asociemos el hecho de que nos duela algo, con que haya algo dañado en nuestro cuerpo. Pero que haya dolor, no implica que haya daño físico. Así como que haya daño físico, no implica dolor.

Dolor no es igual a daño.

El dolor (contrariamente a lo que solemos pensar) no es un indicador de daño, sino una señal que manda nuestro cerebro para que cambiemos nuestro comportamiento.

 

La idea generalizada es que el dolor es una señal que le llega al cerebro desde alguna parte del cuerpo, diciéndole que algo va mal. Pero la realidad es que es una señal que manda el cerebro cuando interpreta que existe peligro de dañarnos si no cambiamos lo que estamos haciendo.

El dolor es una señal del cerebro para que actuemos.

 

Tenemos receptores del dolor, que perciben daño físico en tejidos (los nociceptores), pero estos sólo informan al sistema nervioso central de que existe daño si alcanzan un umbral. Y este umbral puede cambiar dependiendo de muchas cosas a lo largo de la vida de una persona.

Esa no es la única señal que recibe el cerebro para evaluar si es necesario disparar la alarma del dolor.

 

Nuestro cerebro recibe señales de todos los sentidos, comprueba los niveles de estrés, recuerdos que tengamos sobre situaciones o movimientos similares a los actuales, aprendizajes anteriores, etc, para hacer una evaluación inconsciente, e increíblemente rápida, de si la situación actual puede suponer un peligro para nuestra integridad física.

Hay muchos ejemplos que demuestran que el dolor es percibido (interpretado) por nuestro cerebro y no sentido.

La importante diferencia entre sensación y percepción

Por ejemplo, personas con miembros amputados que tienen dolor en los miembros inexistentes. O estudios hechos en los que hacen resonancias a personas con dolores crónicos y personas sin ningún tipo de dolor en los que aparece una alta cantidad de personas con dolores, pero sin ningún tipo de daño y muchas personas con hernias de disco y otras dolencias similares, pero sin ningún tipo de dolor.

Esto no significa que el dolor esté en nuestra cabeza y que podamos evitar el dolor simplemente pensando que no existe.

 

Pero sí explica por qué muchos de nosotros tenemos dolores crónicos que por más especialistas que veamos nadie sabe decirnos qué hay mal en nuestro cuerpo.

El tema del dolor es muy complejo y hay libros enteros dedicados a este tema y cada vez hay más gente dedicada a estudiar qué es y cómo combatirlo.

Pero es útil saber que es un sistema de alerta de peligro y no una señal de daño físico, porque una de las cosas que intensifican el dolor es la percepción de peligro y asociar dolor con que algo va mal significa que cuando nos duela algo vamos a interpretar que hay peligro y aumentará la señal de dolor.

Hay estudios que demuestran que el simple hecho de saber esto y ser capaces de disociar la idea de dolor con que hay daño físico reduce en gran medida el dolor percibido.

 

Hace poco lo comentaba por encima con el tema de los calambres musculares. Si sabes que el calambre no produce daño físico (salvo casos extremos) y lo ves como lo que es, una confusión neuromuscular y un intento de ajustar en control de ese músculo, el dolor del calambre baja hasta niveles que se pueden soportar y que permiten trabajar ese aprendizaje y exploración que está haciendo el cerebro para controlar el músculo.

En el siguiente artículo hablaré de cómo el dolor puede ser aprendido y no corresponderse a problemas actuales.

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