Aprender a relajar para moverse mejor

Cuando practicamos un deporte, entrenamos o hacemos cualquier actividad física, solemos darle bastante importancia a la contracción muscular, pero muy poca a la relajación muscular.

Nos centramos mucho en contraer con cada ves más fuerza un músculo o (si trabajamos la resistencia) durante más tiempo o más número de veces seguidas. Pero, ¿cuántas veces hemos entrenado (conscientemente) el relajar un músculo en concreto?

relajar_para_moverse_mejor

La imagen pretende ayudar a visualizar el concepto de «habilidad motora».

No me voy a extender en la diferenciación entre habilidad motriz fina y gruesa, pero por recordarla un poco:

  • Gruesa: Grandes movimientos tipo mover un brazo, una pierna, el tronco, etc. Por ejemplo, caminar, gatear, pegar una patada, levantar los brazos, lanzar un objeto.
  • Fina: Movimientos precisos que requieren el uso de músculos pequeños: escribir, usar cubiertos, usar los labios y lengua para hablar, etc.

Evidentemente no son términos absolutos, sino que representan un espectro de movimientos en los que unos van más hacia la habilidad fina y otros más hacia la gruesa.

Si usamos la marioneta como símil, podemos ver cómo si tensamos todos los hilos a la vez, la marioneta se mueve hacia arriba. Pero si sólo tensamos algunos hilos, se creará un movimiento más preciso.

Lo mismo pasa con nuestro cuerpo. Si tensamos todos los músculos de la mano, cerraremos el puño, pero si sólo tensamos algunos, podremos coger un objeto, poner el acorde adecuado en una guitarra o ponerle los cuernos a alguien en una foto 😛

La habilidad reside en nuestra capacidad de relajar e inhibir la tensión muscular y el movimiento.

 

Sí, necesitamos aprender a contraer y generar fuerza, pero eso es mucho más fácil que hacer fuerza con unos músculos, mientras dejamos relajados sus vecinos.

Seguramente no se acuerden pero es así como aprendieron todas las habilidades finas. Primero tensaban todo y luego iban aprendiendo a no tensar algunos músculos y a usar menos fuerza, hasta usar sólo la fuerza justa e involucrar a los músculos necesarios.

La prueba la pueden hacer intentando mover de forma independientemente los dedos de los pies (¡Suerte! 😉 ).
Lo fácil es moverlos todos juntos, lo difícil es evitar que se muevan los que no quieres mover.
Lo mismo nos pasó en su día con las manos, hasta que aprendimos a hacerlo.

Todo esto es muy interesante, pero ¿por qué es útil?

Pues porque una de las razones por los que tenemos tantos problemas y dolores es por la tensión residual. Es decir, músculos que tensamos en algún momento y luego no terminamos de relajar.
El resultado es un montón de músculos tirando continuamente, gastando energía y quedándose rígidos por acostumbrase a ese estado de permanente tensión.

La tensión en el cuello, es la más típica y una de las más problemáticas, porque afecta a la respiración y al riego sanguíneo en la cabeza y en los brazos.

Por eso es muy importante aprender a relajar los músculos.

Por otro lado, muchos movimientos dependen de 2 o más músculos que se complementan (agonistas y antagonistas). Y para que un músculo sea eficiente a la hora de hacer un movimiento, necesita que su complementario se relaje.
En caso de no hacerlo, el músculo tendrá que hacer mucha más fuerza para poder llevar a cabo su misión.

Es como si le diéramos al acelerador del coche, pero no soltáramos el pedal del freno.

 

No parece una buena idea, ¿no?

Muchos movimientos requieren una buena coordinación entre unos y otros músculos, para facilitarse la tarea en vez de entorpecerse.

Correr, saltar, lanzar algo, dar un puñetazo son sólo algunos ejemplos.

Mientras más rapidez o explosividad requiera el movimiento, más importante es dicha coordinación entre tensión y relajación.

 

Pensemos en el ejemplo de correr.

¿Qué pasará si, mientras nuestros isquiotibiales y glúteos intentan llevar nuestra pierna para atrás, nuestro flexor de la cadera sigue tenso, resistiendo ese movimiento?

 

Pues nada bueno. Ambos grupos musculares tendrán que hacer mucha más fuerza, gastaremos más energía, tendremos un movimento más torpe y seguramente se sobrecargue alguno de ellos.

Si a la poca capacidad de coordinar esa tensión-relajación sumamos la tensión residual de la que hablaba al principio y que es muy normal en el caso de los flexores de la cadera si pasamos muchas horas sentados, tenemos una receta para ser ineficientes y sobrecargar nuestros músculos corriendo.

Otro día hablaré de distintas formas de relajar los músculos y aprender a hacerlo, pero creo que es importante que quede claro algunas de las razones por las que deberíamos prestarle más atención a este tema.

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